La modalidad de perdiz con reclamo, es la forma más primitiva de cazar perdices, requiere un gran conocimiento de las mismas, tanto para seleccionar y domesticar a la perdiz macho que se utiliza como reclamo, saber interpretar sus cantos y sonidos así como determinar con ingenio el tiempo y el lugar más apropiado para cazarlas. Sus reglas son muy estrictas y de obligado cumplimiento, ningún cazador de reclamo captura una perdiz si su reclamo no la "recibe" y está dentro de la "plaza", en caso contrario se estropearía el macho enjaulado.
El periodo en el que se caza la perdiz con reclamo, hacen de ella, una modalidad selectiva, como queda demostrado el hecho de que no se cace en época general, sino que se caza en determinados meses que propicia la no entrada de todo el bando de perdices en "plaza", finalizando cuando las perdices todavía no han comenzado a copular y a formar el nido.
La efectividad de esta caza radica en el buen cantar del reclamo. Durante el enfrentamiento dialéctico las perdices y el reclamo utilizan todos sus recursos sonoros para atraer a las campesinas a pie del "pulpitillo". El reclamista debe conocer e interpretar los cantos de mayor y de pie, los sonidos entre otros, de piñón, el aguileo y sobre todo el titeo. Además es fundamental observar la pautas de comportamiento del reclamo y de las perdices salvajes que acuden a sus dominios, los macho entrantes en la plaza llegan dando de pie, con la cabeza erguida, escudados, con el ala arrastras, dando vueltas alrededor del pulpitillo, entablando duros combates hasta que el reclamo inicia su canto de recibo, y es, en ese justo momento cuándo el cazador debe abatir a la campesina y el reclamo al observarla inmóvil considera que ha conseguido subyugarla.